Arantxa lleva a cabo la vieja costumbre de su familia de deshacerse de los objetos de la casa que ya no necesitan. En el proceso de decidir con que se queda y con que no, se va formando una caja de elementos viejos y dañados, chécheres obsoletos que aparentemente no tienen cabida en la actualidad, que su único destino parece ser la basura. Arantxa sospecha que puede haber otro camino para estos objetos y decide llevarlos donde una diseñadora de modas, un reparador y un artista constructor de artefactos hechizos. Conversando con ellos e involucrándose en sus prácticas de modificación, reparación y resignificación, irá encontrando un nuevo futuro para cada uno de los chécheres y para su generación.