En 2006, Andrés Wiesner, periodista, es enviado a Cazucá a realizar un reportaje sobre la violencia. Alarmado por la desolación que viven los menores del sector, a quienes integran grupos armados y pandillas y convertirse en padres y madres a temprana de edad se convierte en su única opción, invita a 20 niños a jugar fútbol en un pequeño terreno con el único propósito de sacarles una sonrisa. A los pocos meses, más de 300 menores llegaban puntuales a la cita, lo que hizo que el terreno se quedará pequeño.
Con un archivo sin precedentes de más de 15 años, muestra las proezas de los nuevos jugadores para conseguir un lugar para jugar y serán sus protagonistas quienes narran cómo esta escuela transformó sus vidas y se convirtió en una Fundación que ha impactado a más de 11 mil menores.